En barrio La Merced, familias devotas viven la Semana Santa reeditando un ritual ancestral con el armado de los calvarios o descansos para el Señor.


Como todos los años, en barrio La Merced,  familias devotas viven la Semana Santa reeditando un ritual ancestral con el armado de los calvarios o descanso para el Señor. Esta manifestación de fe y de religiosidad popular, fue heredada de generación en generación y traída a este verde solar sampedreño, por familias que llegaron desde el norte jujeño y desde el vecino país, a trabajar en la cosecha de la caña y se afincaron definitivamente en esta tierra trayendo  todo un bagaje cultural.

Esta devoción comenzó por el año 1985, cuando las familias pioneras decidieron  armar los calvarios para Semana Santa. Por muchos años siguieron esta tradición, levantando portentosas estructuras realizadas con horcones, forradas con cañas huecas y revestidas con flores y las mejores verduras y frutas. En el interior se colocaban las imágenes y  en cada calvario, permanecían en vela desde el viernes hasta el domingo de Pascua, cuando revestían al Cristo resucitado  para participar de la misa.

Lamentablemente, el fallecimiento de aquellos devotos se hizo sentir y este año, con gran compromiso, el matrimonio conformado por Bartolomé Valdiviezo y Mabel Graciela Urzagasti, propició el armado del único que se levantó sobre avenida Libertador. Junto a otros colaboradores, unieron manos y voluntades para continuar con la tradición.

“Tratamos de no perder la fe y llevarle el mensaje al mundo entero que está en conflicto para que creamos en Dios, que es el único que nos puede salvar. También tratamos de no perder las costumbres de nuestros ancestros, de darles el ejemplo a nuestros hijos para que sigan esta tradición y mantengan siempre la fe. Esto nos dejaron nuestros abuelos y nuestros padres y vamos a continuar realizando el descanso parta el Señor”, dijo Bartolomé Valdiviezo.

Relató que junto a otros  compañeros comenzaron a trabajar  cuando salieron en busca de caña hueca y horcones, las señoras se encargaron de las verduras y frutas y de todo lo necesario para compartir estos tres días.  “Ellas trabajar armando las colgaderas para forrar el descanso. Estamos dispuestos a seguir hasta cuando Dios diga. La situación es muy difícil, pero entre todos podemos, para eso necesitamos que haya predisposición, aquí hay, por eso hacemos todo con el mejor esfuerzo. Cuando esté terminado colocaremos la cruz y el sepulcro y se mantendremos en vela hasta el domingo. Las mujeres revestirán la imagen del Señor ya resucitado y participaremos de la misa. Luego compartiremos un almuerzo  un brindis, y nos despediremos hasta el año que viene”, indicó.

Fuente: El Tribuno de Jujuy

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